
El 29 de abril de 2003 quedará grabado en la memoria colectiva de los santafesinos como el día en que una de las peores catástrofes hídricas azotó la ciudad. Lo que comenzó como una jornada más de lluvia, similar a las de los diez días previos, pronto se convirtió en una pesadilla cuando el río Salado desbordó y, en cuestión de horas, un tercio de la superficie de la capital provincial quedó bajo el agua.